Te di lo mejor de mí
hasta en esos momentos en los que sentía que no era nadie. Te di todo lo que
pude y más.
Aquellos domingos que
debería haber estado estudiando y sin embargo los pasaba en casa viendo
películas juntos, aquel dinero que debería haber ahorrado y lo gasté
invitándote a cenar. Aquellas ganas de conocer mundo que perdí porque tú no
podías ir a conocerlo conmigo.
Te lo di todo y más.
Eso es lo malo de
enamorarse, que lo das todo y te quedas sin nada.
Aun así me dices que te
lo debo. Que te debo todo eso por haberte hecho daño, que la indiferencia con
la que me tratas es normal ante tus ojos, que no merezco más.
No, lo siento.
No te debo nada porque desde
el principio te lo di todo.
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