jueves, 26 de noviembre de 2015

No te debo nada.

Te di lo mejor de mí hasta en esos momentos en los que sentía que no era nadie. Te di todo lo que pude y más.

Aquellos domingos que debería haber estado estudiando y sin embargo los pasaba en casa viendo películas juntos, aquel dinero que debería haber ahorrado y lo gasté invitándote a cenar. Aquellas ganas de conocer mundo que perdí porque tú no podías ir a conocerlo conmigo.

Te lo di todo y más.

Eso es lo malo de enamorarse, que lo das todo y te quedas sin nada.

Aun así me dices que te lo debo. Que te debo todo eso por haberte hecho daño, que la indiferencia con la que me tratas es normal ante tus ojos, que no merezco más.

No, lo siento.

No te debo nada porque desde el principio te lo di todo.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Ella era hermosa.

De verdad que nunca quise hacerle daño. ¿Cómo iba yo a querer dañar a lo más bello que había pasado por mi vida? Les juro que era hermosa. No, no exagero. Se despertaba por las mañanas con su melena larga y alborotada, sus labios hinchados de tanto dormir con la mano apoyada en el brazo… joder, era hermosa. Hasta el resto de baba que quedaba en la comisura de sus labios era hermoso.

No pueden imaginar lo guapa que estaba preparando el desayuno en sujetador y pantalón largo de chándal, no pueden imaginar el bello sentimiento que transmitía cuando me besaba la mejilla y me decía que cada día me quería un poquito menos y me mentía un poquito más. No se lo pueden ni imaginar.

No quise hacerle daño. Era, es y será perfecta.

Sus ojos marrones, tan comunes como únicos. Ni siquiera me gustaría que realmente se imaginaran lo perfecta que es porque todos y cada uno de los que lo supieran la querrían a su lado.

Ojalá pudiera explicarle que a pesar de que todas me juren bajarme el Sol, yo sólo estoy dispuesto a ver las estrellas con ella. Ojalá no hiciera falta tener que explicar nada. 

sábado, 7 de noviembre de 2015


'Cada tanga, cada broche, saltan en pedazos cada noche 
hasta que al partir su calor, se fugó con su olor.
Sudando a tu ritmo, podría pasar la vida solo en un atisbo 
tu juego lascivo supera con creces lo que nunca esquivo.

Y es que solo sé escaparme entre tus piernas va mi cruz 
la única que yo venero: esa eres tú.
No creo en Dios ni en el destino, sólo en lo que pisan mis pies, 
en los ojos que he mirado y en los que me puedo ver.
Tú que me lo has enseñado, puede ser en mi ataúd,
que en la vida, el Rock&Roll y el sexo, todo es actitud'.

Queríamos matarnos.

Quise demostrar que no era amor lo que sentía. Estaba claro, yo no lo quería ni cabía una oportunidad de que eso ocurriera. Era imposible que dos personas como nosotros nos enamoráramos, sólo había que mirarnos, no nos soportábamos. Discutíamos y follábamos. Quizá, esa era la mejor parte de todo; que nos odiábamos tanto que queríamos matarnos y, entonces, nos matábamos a polvos todas las noches.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Imaginé que no era una imaginación.

Iba por la calle mirando al suelo sin ni siquiera pensar en nada. Vi a una muchacha que provocó que mis pupilas se dilataran. Qué belleza tan simétrica, qué ojos tan llamativos. Seguí caminando durante un buen rato sin poder quitármela de la cabeza.

Me imaginé acercándome a ella, invitándola a un café. La imaginé diciéndome que el café no le gustaba. Imaginé que yo le decía que a mí tampoco, pero que era una excusa para pedirle dejarme pasar tiempo a su lado sin parecer un acosador.

Imaginé que congeniábamos, que no podíamos parar de reír y que en algún momento de la tarde nuestras manos se rozarían inocentemente. Imaginé que, quizá en algún momento, podría aprovechar un despiste y mirar su exuberante escote y deleitarme la vista con aquel hermoso panorama. Preferí no imaginar que me pillaba mirándolo y comenzaba a llamarme depravado. 

Imaginé que aquella tarde terminaría en el piso de alguno de los dos, con una botella de vino y una charla animada. Imaginé que no necesitaba tres citas para pensar en sexo. No podía imaginarla desnuda, era algo que merecía la pena esperar a ver en la vida real.

Imaginé el olor de su cabello, la cara que pondría cuando se pusiera celosa y cómo sería su carácter. Imaginé que estábamos locos el uno por el otro y que no era una imaginación todo lo anterior.

Imaginé que de verdad no era una imaginación porque si no, significaría que soy un psicópata que se obsesiona con cualquier chica hermosa que ve por la calle. Y sinceramente, después de tantas bellas cosas imaginadas, no quisiera pensar que de verdad es cualquier chica hermosa.