Quise demostrar que no
era amor lo que sentía. Estaba claro, yo no lo quería ni cabía una oportunidad
de que eso ocurriera. Era imposible que dos personas como nosotros nos
enamoráramos, sólo había que mirarnos, no nos soportábamos. Discutíamos y
follábamos. Quizá, esa era la mejor parte de todo; que nos odiábamos tanto que
queríamos matarnos y, entonces, nos matábamos a polvos todas las noches.
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